Sesiones de Cuento

Alicia en el país de las maravillas

En aquello no había nada extremadamente curioso. Alicia tampoco pensó que era extremadamente raro escuchar que el conejo se decía a sí mismo: "¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío! ¡Voy a llegar demasiado tarde!" (cuando luego pensó en lo que había pasado, se le ocurrió que tendría que haberse sorprendido, sin embargo, en aquel instante todo le pareció totalmente normal y natural), pero cuando el conejo de verdad sacó de su chaleco un reloj del bolsillo, vio la hora y corrió más rápido. Alicia se puso de pie de un brinco, porque de pronto entendió que jamás había visto un conejo con bolsillo en su chaleco ni que sacara un reloj de él y, llena de curiosidad, corrió tras el animal a través del campo, pero, por suerte, justo a tiempo para ver como desaparecía en una inmensa conejera bajo la cerca...

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