Carlota

Llegó el día de la comunión.

Conocí a sus padres cuando se casaron, fui la fotógrafa de su boda. Hay parejas que nunca se olvidan, les guardo un gran cariño. Recuerdo la complicidad, confianza, risas y alegría de su gran día, disfruté la captura de sus momentos y de las emociones que vivimos juntos. Me acuerdo de su boda como si fuera ayer. Han pasado los años y siguen contando conmigo para su álbum familiar.

Sesión comunión.

Llegó el día del reportaje de Carlota y la complicidad entre nosotros seguía intacta. Su confianza en mí, me anima a probar escenas nuevas. Me gusta explorar, con ellos está asegurado crear las escenas que he imaginado. La creatividad se expande y la conexión con la niña cada vez va creciendo más. De eso se trata la fotografía, de poder conectar con la persona retratada, llegar a sus emociones y capturar su interior. 

La niña es pura dulzura, no voy a olvidar su mirada profunda y la atención con la que me escuchaba para obtener esa fotografía que yo buscaba, ni olvidaré el atardecer tan bonito que nos envolvió aquella tarde de marzo y sus abrazos en la despedida cuando regresamos de la sesión. En aquel día de marzo aún existían los abrazos, ahora lo pienso y no concibo haberme despedido de ellos de otra manera. La distancia social ha cambiado pero emocionalmente estoy muy cerca.

Gracias por tanto cariño.